Hoy no me alcanzan las palabras para agradecer -como siempre- tanto afecto, tantas palabras impregnadas de amor, leer en cada «me gusta», en cada renglón por breve que parezca, cada mensaje que de tantos sólo atino a contestar con un corazón el afecto aún vigente… Eso es una caricia al alma, un bálsamo al corazón. ¡Gracias! Por Cande, mil gracias…
Besos al cielo, amor mío…
Hoy tengo una imagen de mí, sola. Ésta soy yo, Verónica, Vero para la mayoría, una mujer común con una historia de vida no tan común… No soy sólo «la mamá de Candela» (cosa que me enorgullece), soy mamá de Karen y David también; hace ya algunos meses estoy separada y -para desmitificar- no fue la causa la pérdida de Cande, sino que cada uno arrastra su historia como individuo. No siempre fuimos «los papás de», hubo un antes, un durante, y un después…
Sin dudas la vida ha sido dura, sí, no lo niego, como pese a los mil golpes tampoco niego que Dios estuvo en medio, aunque siempre repita que yo no entiendo el porqué ni el para qué…, Dios siempre en medio.
En esta extraña experiencia que es la vida aprendo cosas nuevas todo el tiempo, cosas que conmueven, cosas que alegran, cosas que duelen y otras que enojan. Ya casi no uso este perfil en Facebook, es como un lugar donde siempre la encuentro a ella, es por decirlo de algún modo «sagrado», y hay cosas que no escribiría desde acá. Siento un profundo respeto por cada corazón, por cada uno de los que nos apoyaron en tan tremenda lucha… Sí, fue tremenda, y lo que quedó es todo para reconstruir, siempre buscando el lado positivo. Nunca hablo de lo devastado que queda un hogar con tanta seguidilla de situaciones dolorosas. Entre las cosas que me indignan y enojan lamentablemente formó parte de mi aprendizaje el tener que discernir entre la gente a las personas que vivieron esta historia como una «moda», por morbo, o con la malicia de la curiosidad y sólo buscando cosas malas, olvidando que se trata de vidas, de corazones, de almas.
La indiferencia repentina, la soledad, es lo que siguió. Ante la falta de un trabajo que ayudara a suplir mi parte en toda esta nueva historia, desesperadamente comencé a querer hacer funcionar las ventas, que fue a lo que siempre me dediqué, sin éxito, porque la situación está complicada para todos. Sin embargo se acercó a tendernos una mano gente que apenas conocía, gente que se ganó ese lugar en el corazón, amigas de las pocas para sostener de la forma que pueden, las que se mantuvieron firmes desde hace años, las que Cande me dejó, personas que la vida trajo hasta mí y que de su corazón sólo intentan dar, aportar cosas, algo, para paliar esta situación que se volvió desesperante. Hubo gente que se olvidó de que me conocieron a mí, Vero, por ser «la mamá de» y están dispuestos a borrar con el codo lo que escribieron con la mano, ensuciando mi historia y la memoria de mi hija, gente indiferente a esta realidad, gente chismosa, pedante y maliciosa que no copia los buenos actos de los menos sino que juzga y se burla de lo que se hace para ganar un plato de comida. Estoy segura de que el trabajo que tenga que ser, aparecerá; lo demás no lo puedo regular y tampoco frenar, sólo apelo al respeto que esta mujer común se merece como cualquier otra mujer.
Hoy, ocho meses sin vos… Semanas, días, horas extensas, interminables, extrañas y cambiantes, llenas de sensaciones raras, aprendiendo a vivir la vida, esta vida que es tan distinta después de un sacudón tan grande, tan demoledor… Estoy intentando respirar sin vos, mutilada porque sin duda me falta un pedazo de mi ser, pudiéndome levantar cada vez sólo por la fuerza que Dios me dio cuando me enseñó la lección más grande viéndote vivir a vos. Mi chiquita más chiquita, princesa de las sonrisas eternas, pese a tu cuerpito castigado, a tanta invasión, al dolor…, VIVISTE. Sí, así con mayúsculas hijita, y de un solo soplido tu vida desarmó y armó tantas cosas en mi interior y en el de tantos que aún me asombra.
No vivo por inercia, no siento que estoy muerta aunque el dolor crezca en vez de menguar… No voy sin rumbo, no me perdí tanto porque simplemente vos, mi ángel, de la mano de Dios siempre me llevaste a límites insospechados exterior e interiormente, me hiciste descubrir que puedo, me dejaste una gran lección… Es que la vida es frágil, corta, volátil, y tantas veces nos estructuramos tanto que ni siquiera logramos ver a Dios, tan presos de cosas sin sentido, tan «sabios» en cosas que ni conocimos… Hoy, princesa mía, como cada día, te recuerdo con todo el amor que encendió tu luz eterna, sí, sin dudas eterna como tu sonrisa, con lágrimas en los ojos, una sonrisa en los labios y paz en el corazón…
Candela hoy vino a mis sueños a visitarme… Intento desde mi mente no soñar con ella desde que se fue… La vida que tuvimos juntas fue lo suficientemente intensa, amalgamadamente profunda, tan simbiótica que aún siento clara y latente la sensación de sus besos, sus manitos en mi cara, el timbre de su voz, esas miradas cómplices creo que hasta incomprendidas por muchos, y mi apego y mi lucha tan encarnizados por vivir cada segundo en el cual Dios me la prestó… Ella fue el cimiento de muchas cosas, algunas que venían amenazando desmoronarse, otras que alumbró para que viera lo que en realidad eran, y todo, absolutamente todo, cambió tanto desde que se fue que es casi ficticio, imposible de creer. Estando ella entrando en su sueño profundo, ése del cual nunca más la vería despertar, le susurre al oído que fuera, le prometí que mamá estaría bien, y lo intento, claro que lo intento… Y sentir esta montaña rusa de experiencias y tantas emociones cambiantes, este camino duro, sabiendo que Dios que es bueno no me suelta, como nunca lo hizo con ella hasta que emprendió su vuelo, mi mariposa, paloma mensajera de mi alma que me dejó un par de alas, sus alas… y por momentos desearía volar su vuelo, sentir que ella se llevará lo mejor de mí
Si lo hubo, ella solamente lo veía, ella era totalmente dependiente de mí porque era tan chiquita pero con un espíritu tan grande… Nunca en mis sueños de planificar algo, cuando era joven adolescente creí que viviría esto, nunca sabemos qué es lo que Dios nos prepara en adelante y dónde es que nos equivocamos nosotros… Venimos a este mundo sin manual de instrucciones, varios caminos por delante, pero sólo uno el correcto. Aspiro, más allá de todo, a seguir e ir siempre hasta donde Dios me quiera llevar…
Verónica Poltronieri 